Los más pequeños no saben lo que es ver bien. Hoy te contamos cómo se desarrolla su sistema visual y lo indispensable que es estar atentos a esta.
Al nacimiento el sistema visual es bastante inmaduro. Los recién nacidos perciben las imágenes muy desenfocadas y no siguen ni fijan objetos. Sin embargo, hay reflejos visuales ya presentes como la respuesta de la pupila a luz.
En cuanto a la visión del color, los recién nacidos no lo perciben debido a que las células de la retina llamadas conos, responsables de la visión del color, aún no se han desarrollado.
A partir de la segunda o la tercera semana de vida el mecanismo de enfoque, la «acomodación», empieza a activarse logrando percibir un poco más nítidas las imágenes. Por momentos los bebés intentan seguir los objetos. Sin embargo, solo son capaces de hacerlo a partir de la sexta u octava semana de vida.
Aunque sigue los objetos, no los está enfocando (verlos nítidos), solo hasta los dos meses de vida los bebés son capaces de fijar y mantener la mirada sobre un objeto.
Además, los bebés empiezan a percibir los colores a entre el segundo y el tercer mes de vida.
Los ojos de los bebés se ven desalineados durante el primer mes de vida, después de la cuarta o quinta semana ya se puede ver el alineamiento ocular, pero es solo hasta el tercer mes que están completamente derechos.
El periodo más crítico del desarrollo visual son los primeros tres meses de vida, pues en este periodo aparecen y se instauran los procesos de fijación y seguimiento, se inicia el desarrollo de la agudeza visual y se instaura la visión binocular.
La capacidad de enfoque o acomodación visual solamente esta instaurada hacia los cuatro meses de vida. A partir del tercer mes ya el bebé es capaz de integrar cerebralmente las imágenes de cada ojo en lo que se conoce como visión binocular, la cual se establece hacia el sexto mes de vida. A partir de ese momento empieza a desarrollarse la percepción de profundidad, proceso que puede ir hasta los dos años.
El color de los ojos en los niños se determina entre los seis y los ocho meses de vida, pues el pigmento del iris, que le da el color a los ojos, termina de fijarse solo hasta esa edad.
La agudeza visual o capacidad de ver detalles es bastante baja al nacimiento, la visión 20/20 solo se alcanza hacia los seis años de vida, pues es necesario que la gran mayoría de estructuras visuales estén desarrolladas y funcionando normalmente para lograr este nivel de visión.
A partir de los seis meses y hasta los siete años de vida, se lleva a cabo el proceso de maduración visual. Todos los mecanismos que se instauraron los primeros seis meses, terminan su desarrollo durante esta etapa de la vida.
Excepto la agudeza visual, prácticamente todos los procesos visuales se han desarrollado hacia el tercer año. De ahí la importancia que todo niño reciba su primer examen visual antes de esta edad.
1 mes | Mira la cara de su madre, fijación esporádica |
2 meses | Fija la mirada. Sigue un objeto 180° |
3 meses | Se mira la mano |
4 meses | Sonríe a su imagen en el espejo, imita las expresiones faciales |
6 meses | Coge objetos pequeños |
9 meses | Se asoma para ver un objeto caído |
12 meses | Mira, coge o empuja objetos diminutos (miga de pan) |
2-4 años | Agudeza visual de 20/40 |
5-6 años | Agudeza visual de 20/30 |
7-9 años | Agudeza visual de 20/25 a 20/20 |
La luz estimula el desarrollo visual. Las células fotoreceptoras de la retina (conos y bastones) inician su desarrollo incluso desde el vientre materno. El contacto con la luz estimula el proceso de maduración visual, así como el contacto con los colores de la naturaleza en luz diurna activa muchos de los mecanismos del desarrollo visual.
En los bebés, los objetos con alto contraste: negro-blanco, negro-amarillo, blanco-rojo, activan los fotoreceptores de la retina estimulando la visión y los procesos de fijación y seguimiento de objetos.
Todos los juegos que inviten a seguir o fijar objetos ayudan en el desarrollo visual desde los primeros seis meses de vida. Estos estimulan los centros cerebrales del movimiento ocular y las áreas más sensibles de la retina.
Los procesos de lectoescritura estimulan nuevos niveles de percepción visual y se activan mecanismos de control de movimiento ocular.
La práctica de deportes, en especial los que tienen que ver con el seguimiento a objetos en movimiento (pelotas), mejoran la integración del sistema visual con el resto del cuerpo.
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