La hipertensión puede convertirse en “el asesino silencioso” pues muchos pacientes suelen descuidar los síntomas de esta patología, que si no es tratada a tiempo, puede afectar la visión.
Esta enfermedad tiene relación directa con la presión de la sangre. Por ello, cualquier órgano que tenga vasos sanguíneos está en riesgo de ser seriamente afectado. En el caso del ojo, la retina posee vasos sanguíneos que pueden verse afectados y generar una pérdida progresiva de la visión si el paciente no es cuidadoso con su tratamiento.
Gracias a que los vasos sanguíneos de la retina son los únicos visibles en el cuerpo, los especialistas pueden detectar con mayor facilidad la presencia de la enfermedad y definir su tratamiento a tiempo. Alrededor del 1% de las personas con hipertensión no acuden al médico hasta que la hipertensión es muy grave. En esto, que podríamos definir como hipertensión maligna, la presión arterial a menudo supera los 140 mm, cuando la presión arterial normal del ojo debería estar entre 12 y 22 mm.
En consecuencia, es recomendable asistir a control cada seis meses para revisar el estado de su tensión, pues no solamente podría comprometer nuestra salud visual sino también el funcionamiento del cerebro, riñones y corazón.