La pared del ojo está compuesta por tres capas: la esclerótica que constituye la capa externa, la úvea o coroides que constituye la capa media y la retina que es la capa interna. Como su nombre lo indica, la uveítis es la inflamación de la úvea.
En la úvea se encuentran el iris, los cuerpos ciliares y la coroides. Es la úvea la encargada de proveer la mayor parte del flujo sanguíneo al globo ocular y especialmente a la retina.
En esta capa media confluyen diversos vasos sanguíneos, por esta razón es altamente sensible a inflamaciones e infecciones.
Algunos síntomas de la uveítis son:
Diagnosticar a tiempo la uveítis es fundamental para evitar la pérdida total de la visión. Sin embargo, llegar a la causa de esta enfermedad ocular es complicado. Incluso, la mayoría de veces no se logra establecer una causa certera.
Usualmente, esta afección está relacionada con enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide o la psoriasis. También puede ser ocasionada por infecciones como el SIDA, el herpes y la tuberculosis.
De la misma manera, sufrir alguna lesión o exponer la visión a sustancias dañinas puede ocasionar esta inflamación.
Existen diversos tipos de uveítis que están relacionados con la parte de la úvea en la que se presenta la inflamación:
También llamada iritis, como su nombre lo indica, afecta principalmente el iris, la parte frontal del ojo. Este tipo es común y puede durar hasta ocho semanas y ser recurrente.
Esta inflamación se ubica en el centro del ojo y puede durar desde unas pocas semanas a incluso meses.
Afecta la capa más lejana de la úvea. Diagnosticar este tipo no es sencillo. Su desarrollo es lento e incluso puede durar años.
Afecta toda la zona de la úvea.
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