La implantación de un lente dentro del ojo es una opción viable para aquellos pacientes para quienes una cirugía láser no es suficiente para corregir sus problemas de visión, por tener una alta graduación de un defecto visual.
Los lentes intraoculares ICL (Implantable Collamer Lens) tienen la capacidad de corregir los problemas de refracción como miopía, hipermetropía o astigmatismo con graduaciones elevadas, que padecen más del 80 por ciento de los pacientes que acuden a una consulta médica.
Así lo aseguró el doctor José F. Alfonso, presidente de la Sociedad Española de Cirugía Ocular Implanto Refractiva (SECOIR), quien explicó además que este procedimiento no es una alternativa al láser, sino otro procedimiento dentro de la cirugía refractiva. Esto es porque el láser deja de ser efectivo por encima de las 6 dioptrías de miopía o 3 de hipermetropía, pues “el láser trabaja sobre la córnea modificando su forma y últimamente se ha comprobado que esta lente natural del ojo únicamente soporta un determinado número de dioptrías” o nivel de graduación, explica.
Por su parte, el lente ICL se implanta encima del cristalino, el lente natural que posee el ojo, sin necesidad de removerlo o tocarlo, a diferencia de otros lentes intraoculares que lo reemplazan por uno artificial graduado para ser monofocal, bifocal o trifocal, como suele hacerse en las cirugías de cataratas o presbicia y sin modificar la córnea, de forma que permite corregir problemas de graduación más altos.
El hecho de preservar la córnea también es importante pues, a futuro, si el paciente desarrolla presbicia, se podrán hacer modificaciones a la córnea para ajustar su graduación. Así la cosas “el grueso de las dioptrías las corregirían las lentes y el láser nos serviría para ajustar la graduación”.